En todo fondo de despensa que se precie,
debemos hacer un hueco para los congelados.
Y no me refiero a los platos precocinados sino a los
productos que nunca deben faltar
y que nos permitirán preparar un estupendo menú en caso de necesidad.
Esta es la lista de mi fondo de “congelado; os dará una idea de lo que
podéis tener pero, no me canso de repetir, que deberá adecuarse a vuestros
gustos y necesidades. Dicho eso, ahí vamos.
En primer lugar verduras. Siempre tengo espinacas –salvo que las vayáis
a comer en ensalada o rehogadas, resultan más prácticas y baratas que las
frescas. Los guisantes lo mismo os
sirven como guarnición en la carne a la jardinera que de primer plato si los preparáis con jamón o,
incluso en una cena más sofisticada, si los servís como crema.
La menestra, las habitas tiernas y las alcachofas también dan mucho
juego. Y por supuesto, los fréjoles (judías verdes) aunque
en mi caso suelo congelarlos durante la temporada.
También procuro tener siempre filetes de merluza y bacalao al punto de
sal. Además tienen la ventaja de que se puede preparar casi cualquier plato sin
necesidad de congelarlos. Los langostinos, gambas o gambones son otro
producto que conviene tener ya que da
bastante juego en la cocina. Podéis añadirlo a una ensalada, preparar un arroz
o un guiso de garbanzos con langostinos, por ejemplo.
El hojaldre congelado es otro de mis básicos. Os resultará muy socorrido si os encontráis con que vais a tener invitados
a comer con los que no contabais. También procuro tener pan congelado; ya sean
bollos o barras de pan –en ese caso, suelo partirlas en dos o tres trozos. De
esa forma, me aseguro de que siempre haya pan en casa.
El último añadido a mis básicos de congelador han sido las frutas del
bosque o frambuesas. Los han empezado a
traer al hipermercado donde hago la compra mensual y la verdad es que dan
bastante juego para postres y pasteles.
Por último, os recuerdo que es importante
tener bien organizado el congelador. Una
buena forma de saber lo que se tiene puede ser hacer una lista con todo lo que tenéis en él y las cantidades. A medida
que vayáis consumiendo, vais tachando. De esa forma siempre sabréis lo que
tenéis y podéis ir reponiendo lo que se acabe.
Hacedme caso, sacar partido a vuestro
congelador. Ahorraréis tiempo y dinero.
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