Pencas rellenas de bechamel y champiñones.

 


  Las pencas de las acelgas pueden cocinarse de muchas formas; desde picarlas y cocerlas junto con las propias hojas, hasta prepararlas fritas como guarnición, en forma de cachopo, guisarlas como si se tratase de cardos o como en este caso, rellenándolas.

Se me ocurrió emplear este relleno porque me había  sobrado bechamel del que había utilizado para preparar unos huevos a la mimosa y además me quedaban algunos champiñones en la nevera que tenía que utilizar si no quería que se estropeasen.


Ingredientes:

Pencas de acelga

·         Bechamel

·         Cebolla

·         Champiñones

·         Pan rallado

·         Huevo

·         Aceite

 

Elaboración:

  Comenzamos por cocer las pencas, bien limpias y sin hebras; podéis hacerlo usando una vaporera o simplemente cociéndolas en una olla con agua –no hace falta que añadáis demasiado. En este caso, os recomiendo que no tiréis el agua; podrías  utilizarla tanto en la elaboración de la bechamel o la salsa de acompañamiento como para añadir a un arroz o una crema de verduras.

Una vez cocidas, conviene dejarlas enfriar y escurrir el exceso de agua; de esta forma, luego podremos trabajar mejor con ella

  En una sartén ponéis a calentar un poco de aceite –hay que tener cuidado de que no caliente demasiado  o luego se quemarían las verduras. Mientras tanto, picamos la cebolla en brounoise, o trocitos pequeños, y hacemos lo mismo con los champiñones.

  Cuando el aceite haya alcanzado la temperatura correcta, añadimos en primer lugar la cebolla y dejamos que dore; cuando ya empiece a tener un aspecto translúcido, incorporamos los champiñones, salpimentamos y dejamos que sigan rehogando todo junto. Luego incorporamos la bechamel y revolvemos para que queden bien mezclados todos los componentes de la farsa.

  Una vez que tenemos preparada la farsa y las pencas están frías, hay que montar el plato. Ponemos un poco de farsa sobre una de las pencas, (si ponemos demasiado, sobresaldría por los bordes y sería más difícil de manejar), extendemos y cubrimos con otra penca; repetimos la operación las veces que sean necesarias, en función del número de pencas que tengamos.

     Toca ahora empanarlas. Las pasaremos primero por pan rallado, luego huevo batido y de nuevo pan rallado. (Si no vais a comerlas en el momento, es este el momento de congelarlas). Ya solo quedará freírlas en aceite de oliva bien caliente y dejarlas escurrir para quitarles el exceso de aceite.

  Podéis servirlas acompañadas de una ensalada, como fue mi caso o con una salsa de tomate (en un buen fondo de despensa no suelen faltar los botes de salsa de tomate o pisto, que se hacen con facilidad y nos sacan de más de un apuro).

   Respecto a la bechamel, os doy un truco que he descubierto hace relativamente poco.  Si os ha sobrado bechamel después de hacer una lasaña, canelones o cualquier otra preparación, podéis guardarlo en la nevera para una ocasión  posterior como puede ser esta. El truco está en “levantarlo” añadiéndole leche y poniéndolo a cocer unos minutos.  Os quedará perfecto para preparar unas espinacas a la crema o como cobertura para unos huevos rellenos.  En esta ocasión, sustituí la leche por unas cucharadas de yogurt.

  Si no tenéis bechamel y no queréis hacerla, podéis seguir el truco de Webos fritos. Apartáis a un lado de la sartén las verduras rehogadas, y en una esquina añadís un poco de harina, y dejáis que se tueste un poco. A continuación añadís un poco de leche (o el agua de cocer las pencas) y dejáis que cueza durante un rato. Tendréis que vigilar para que adquiera un cierto grosor –bien añadiendo algo más de harina o dejándolo cocer un poco


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